B O R D E R L I N E A R S
P O É T I C A
Nací
en un desierto, debajo del nivel del mar
púrpura
y calva. La maestra de tercero
me
hizo dibujar el mismo árbol siete veces.
Mis
compañeros de clase escondieron
un
conjunto de lápices de Care Bears
bajo
mi escritorio. Me llamaron mentirosa y ladrona.
Una
vez me creí Superman y mi mejor
amiga
era tan fea que evité la parte del beso.
Me
gustaría poder robar versos de Keats,
Hughes,
Pizarnik y salirme con la mía.
Un
tipo griego me llamó versión femenina
de
Bukowski, yo prefiero ser Ritsos,
Sabines,
Zbigniew, Lorca o Catulo.
A
los 37 años todo el mundo es consciente
de
mi locura y creo saber el por qué.
Llamada
telefónica de larga distancia con mi madre:
Recuerda
que estás vieja y no has hecho
nada
con tú vida. No te cases, sólo ten un bebé,
te
vas a arrepentir por el resto de tu vida si no lo haces.
Colgué
lo más rápido que pude. Desasosiego
en
mi torrente sanguíneo, lo que me mata, me dió la vida.
Si
la brujería funciona, tengo que felicitar a
mi
primer novio machista. Cuatro años de tempestad,
el
primer amor terminó con una maldición:
ella
no va a ser ni para el diablo ni para ningún hombre.
Escribo
poemas como si tejiera laceraciones.
Universidades
americanas rechazaron mis poemas,
y
escribo poemas con agallas y con todo mi corazón
Nací
en la frontera norte de México y tengo acento,
pero
escribo en inglés y mi pasaporte es azul oscuro.
El
invierno pasado tomé la decisión de dedicar
el
resto de mi frenética y libertina vida a la poesía.
Mis
poemas asustan a mis amantes,
aún
así, quiero fornicar con los poetas muertos,
porque
lo único que puedo dar a luz es poesía.
Por
mis poemas este verano viajé a una patética
conferencia
de poesía en Italia, y acabé con mis ahorros.
A
veces puedo reemplazar escribir poemas
por
mi consolador, me toma no más de 10 minutos.
Luego
vuelvo a leer y escribir poesía.
Quiero
beber poemas, orinar y beberlos de nuevo.
Quiero
tatuar todo mi cuerpo con mis versos favoritos.
En
lugar de hablar con la gente, me encantaría recitarles poemas.
Mi
furia no es diferente a la de los refugiados Sirios,
y
no hay nada romántico sobre mí.
Siento
el miedo de los demás, la radiación de las emociones
viajando
a la velocidad de la luz dentro de mí,
imposible
escribirlo en papel.
¡Ay!
Me falta lo que a las poetas gringas les sobra.
Amigos,
autógrafos y falsedad.
Al
igual que cuando mi madre me dice: mírate la cara de desquiciada
y
mis acciones dicen soy tú esclava.
Lo
siento, pero no tengo un espejo a mano, los detesto.
Madre
te encuentras a miles de millas de distancia
mientras
más lejos estás, más cerca estoy
de
mi poesía y de lo que queda de mi persona.
B U E N A S A C C I O N E S
Tú
me das unas palmadas suaves en la cara.
Adoro
tu cuerpo y tú boca en mi vulva.
Una
vez más, voy soportando
tu
peso en odio sobre mí. Qué tiene de racional mi vagina.
Dialogar
contigo, es como una conversación
entre
un loco de manicomio y el mundo.
Me
asfixias con cuidado, estoy por alcanzar la petite mort.
De
inmediato colocas una mano en mi boca,
para
evitar que una de nuestras madres
escuche
mis gemidos y mis orgasmos.
Como
mujer, la Sirenita, en la madrugada
se
arrojó en el mar. Esa es la historia de mis amoríos.
El
antiguo médico Galeno, dijo que todos los animales,
después
del coito, se ponen tristes, excepto las mujeres y el gallo.
Duermes
a mi lado, con la postura y los ojos hundidos de un cadáver.
Tú
siempre tan maquiavélico, sin chispa,
cómo
cuando dices que me quieres, mi corazón se vuelca
como
un gallo negro de pelea entumecido.
E L S A L M O
D E L O N A N I S T A
En
la belleza libre y colosal de la web
alguien
está sentado o acostado
ellos
y su melancolía están ahí!
Sus
ojos fastidiados
las
bocas pueriles sin sentido
y
los Adidas y el esmalte de uñas cereza
golpeando
arco iris.
La
mezcolanza de
dolores
y gritos en su timbre de voz
el
fortalecimiento de la soledad en la extraña era
de
las relaciones desechables
ellos,
los que están ahí.
Las
selfies de sus genitales
en
el baño, frente al espejo
adulan
sus fotografías al desnudo
skype
ó facetime aislados patios de recreo,
juego
de egos, llantos en el manicomio,
es
aquí cuando la nínfula
se
sobresalta y cierra la sesión.
U N P O E M A
T R E S X
Manejando
en Mexicali,
un
deseo psicoactivo
endemoniado
de mescalina
se
apoderó de mi.
Mi
cuerpo enloquecía
por
tener un orgasmo.
Recordé
que mis dildos
estaban
en la casa
de
mi madre, en Calexico.
Me
negué a hacer fila
para
cruzar al otro lado.
Sin
refrigeración, en súbito
las
nalgas sudan y se calientan
en
el asiento de plástico.
En
Calexico hace 120 grados Fahrenheit,
y
en Mexicali 48 grados Centígrados.
No
quise esperar quince minutos en la línea,
y
mucho menos una o dos horas.
Desde
niña, el aire acondicionado,
tiene
la magia de ponerme cachonda.
Llegando
a la Calzada Aviación,
el
semáforo se puso en rojo.
La
circulación vial y el tiempo
como
en las películas,
transcurrieron
en cámara lenta.
Un
camión de carga frenó
a
mi izquierda, ocultando
la
preparatoria y a los estudiantes
que
salían de clases.
A
mi derecha el carril quedó desolado.
Nadie
caminaba por ese lado de la banqueta.
Nadie,
ni siquiera un limpia vidrios
apareció
por sorpresa regando mi ventana.
Metí
la mano derecha en mis leggings.
Dedo
medio siguiendo las manecillas
del
reloj al revés, presionó el clitoris,
dibujando
agitados círculos.
Resbaló
por labia menor y se hundió
en
los fluidos de mi carne vaginal, junto al índice,
Entraban
y salían. En menos
de
dos minutos, grité cuando vino el orgasmo.
Trance
de sangre y ensueño.
Cegada
solo ví lucecitas
que
nacen cuando apretamos fuerte los ojos,
como
galaxias en el cosmos.
Abrí
los ojos, saqué mi mano
la
coloqué sobre el volante,
pisé
el acelerador y sin prisa
Seguí
hacia adelante.
E L C A B A L L O D E
T U R Í N
En
1889 Nietzsche, estaba viviendo en Turín , Italia con su madre. Ese año,
atestiguó un evento crucial de un caballo y su amo, que marcó el principion de
los últimos días del filósofo.
I
Madre
dice que soy una idiota
por
jugar mal el juego de la seducción.
Madre,
estúpida soy,
Madre,
estúpida soy;
Mutter
Ich bin dumm,
dijo
Nietzche
a
su madre también.
II
Madre,
aquí están mis fracasos.
Al
final de mis errancias inútiles,
como
un caballo que se derrumba,
repetidamente
llego a tus pies.
Bajo
el sol escarlata y la luna picada de viruela
soy
transparente; el hombre mira mi tristeza
y
no quiere hacer pareja conmigo.
He
vivido el ardor de mi soltería pero,
en
mi corazón, la soledad se adivina.
No
tengo secretos o remordimientos de un aborto
ni
la pena de haber enterrado a un ser amado.
III
Mi
más querido deseo es haber sido el Caballo de Turin.
Pongo
palabras en la belfa del caballo, como si fuera yo.
!Escúchenme!
Nietzche
abrazó mi cuello para protegerme
de
los azotes; sus manos sudaron,
se
arrugaron las yemas de sus dedos. Yo ni parpadeé;
sus
lamentos me estremecieron y permanecí en la misma postura.
Él
miró las heridas abiertas en mi rostro y más allá,
y
yo ni parpadeé.
Nietzche
lloró una hora,
o
dos. Resbaló de mi cuello y cayó
a
tierra en Piazza Carlo Alberto.
Él
caminó a casa de su madre.
Ella
abrió la puerta,
y
él le dijo: Mutter Ich bin dumm.
U N A E L E G Í A
P A R A S U S A N A C H Á V E Z
Despierto
en el silencio de un lugar abandonado,
obscuridad
y calor de un horno de estufa.
Ambos
tobillos entumecidos, las muñecas detrás de la espalda,
todas
mis extremidades atadas. Sé muy bien que no habrá escape.
Los
reconozco por sus torsos arrugados de escuincle,
por
el corte de cabello y sus pelos de nopal.
Me
han desnudado con risas sádicas y un machete.
Dios
pone ojos de paloma a medio morir con mis historias,
su
respiración es jadeante. Dios, te estoy hablando,
atrévete
a echar un vistazo a mi último minuto en este circo.
Dios
me ha llenado de cenzontles el útero y la garganta,
explotan
en la bolsa de basura negra y mi pelo está en desorden.
En
las calles, las sombras de las gigantes cruces rosas
y
pancartas con fotos de chicas humildes de nombres irascibles.
O,
vaginas en llamas! Miles quedaron atrapadas
en
el desierto de piedra caliza. Tumbas invisibles
en
las que sus madres caen de rodillas.
Sollozos
luego aullidos, y corazones machacados.
En
mi funeral Dios está cerrando mis ojos,
me
dice que ha perdido la cuenta
de
las muertas de Ciudad Juárez.
Le
recuerdo que yo fui una más.
Dios
se aleja , y veo que se ha guardado
mi
mano izquierda en el bolsillo del pantalón.
El
lugar predilecto del abyecto.
Vivian Sanchbraj (Mexicali, Baja California,
México, 1978). Es una poeta mexico-americana. Estudiante de la Maestría en
Poesía por parte de Spalding University. Ha cursado diplomados y estudios poéticos
en Yale University, UCLA y The Writer’s Studio. Ha publicado poemas y ensayos
en México, España, Colombia y Estados Unidos. Actualmente vive en Praga,
República Checa y está trabajando en su primer libro de poemas bilingües.