PARA NO DECIR CATEDRAL
i.
Ir a orar no a los altares ni a las cruces
Sino a quien lijo mal la madera
de la única banca mal alineada.
A quienes vienen buscando la misericordia de la sombra,
un lugar donde reposar el almuerzo
un lugar para salvarse.
A todos ellos
y a sus rodillas feas.
ii.
Hace años que la arena de la playa alcanza el altar.
Pero todo sigue intacto.
La furia de mar
impotente
ante
tres
viejitas
que barren la iglesia
todos los días de dios
i.
Ir a orar no a los altares ni a las cruces
Sino a quien lijo mal la madera
de la única banca mal alineada.
A quienes vienen buscando la misericordia de la sombra,
un lugar donde reposar el almuerzo
un lugar para salvarse.
A todos ellos
y a sus rodillas feas.
ii.
Hace años que la arena de la playa alcanza el altar.
Pero todo sigue intacto.
La furia de mar
impotente
ante
tres
viejitas
que barren la iglesia
todos los días de dios
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La poesía no es para asentir
Perdón
Quiero decir
Yo creo
Que la poesía no es para asentir
Ni para estar de acuerdo
Ni para hacer reverencia
Ni inteligente crítica
La poesía no es para nada
Perdón
Quiero decir
Yo creo
Que la poesía es
Una vieja sonriendo con su último
diente podrido.
Un caimán.
Un dolor
Punzante
Rítmico
En el hígado
Que no se asiente
Que no es para asentir.
*
Paro hombres como un árbol pare
mangos.
Se me hincha el estómago y ya no me
acuerdo de sus nombres.
Algunos se quedan por el camino.
Están a medio parir aunque
puje.
Hombre tú, casi parido: ¡Saca la
cabeza y ayúdame!
A ti que ya te parí: ¿Por qué no te
vas? ¿Qué estás esperando?
POEMAS DE PARÁ:
i.
Rafael no deja de trabajar.
Llueve tanto.
Es viernes santo Rafael vete a tu
casa
Que la gente vive sin coco rallado y
sin tapioca
Solo ésta tarde.
Rafael hombre triste que miro desde
la ventana.
En tu casa también te alcanzará la
tristeza.
La angustia que crece los feriados
porque se está yendo la vida
Debe ser peor sin clientes.
Quédate mejor en la barraca
Rafael
O has lo que quieras.
Que voy a saber yo
Que nunca trabajé un viernes santo
Y que me gustaría tanto
Que ahora alguien
Dios siquiera
Me hablara
Para pedirme una libra de
Tapioca.
De la de 3,50
Por favor.
ii.
Se apura una a aprender el nuevo
idioma.
A pedir disculpas
A dar las gracias. a darlas muchas
veces. y por todo.
onde é o banheiro?
Pero no se figura para que de verdad
sirven las nuevas palabras:
Para hablarle a Dios
Para entender un discurso
Pronunciado por una mujer de la calle
Una noche en la que llueve
mucho.
PREGUNTA.
Cuántas veces
habré matado
el mismo
mosquito
Cuántas veces
habré matado
el mismo
mosquito
No su reencarnación.
No como una metáfora.
Sino como la perplejidad
Del tiempo que se repite.
Heráclito equivocado
En el instante
En el que los dos
(El mosquito y yo)
Nos enfrentamos a la muerte
Siempre por vez primera
*
Que frio tan hijueputa.
Cómo será la puta que pare fríos
A qué hora se levantará
Cuál será su gesto para agarrar el cepillo
Será que sólo hierve la sopa de ahuyama
O también la licua
sabrá entristecerse sin enloquecer
pintarse las uñas sin pintarse las carnes
ser alegre sin desesperar.
¿Dolerá parir un frio?
Papas de fríos, no hay.
Ni de granos
Ni de dolores
tan hijueputas.
Son solo la puta
y sus hijos.
Sabe reconocerlos sin acordarse de sus nombres
Les mira la cara con una compasión recienacida
Porque hay que ser mucho más que un frio
Para ser un frio tan hijueputa.
Cómo será la puta que pare fríos
A qué hora se levantará
Cuál será su gesto para agarrar el cepillo
Será que sólo hierve la sopa de ahuyama
O también la licua
sabrá entristecerse sin enloquecer
pintarse las uñas sin pintarse las carnes
ser alegre sin desesperar.
¿Dolerá parir un frio?
Papas de fríos, no hay.
Ni de granos
Ni de dolores
tan hijueputas.
Son solo la puta
y sus hijos.
Sabe reconocerlos sin acordarse de sus nombres
Les mira la cara con una compasión recienacida
Porque hay que ser mucho más que un frio
Para ser un frio tan hijueputa.
María Alejandra
Buelvas, (1995, Montelíbano-Córdoba) Escribe y sin
proponérselo de la vida en el pueblo, de la angustia cotidiana, de lo que de
sagrado que hay en lo profano. Escribe porque si no se va muriendo.
Colaboración: Luisa Isabel Villa Meriño